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jueves, 19 de junio de 2014

Ante todo perdón por el retraso, he pasado dos días raros y no me apetecía escribir, pero ya está todo en su sitio otra vez. Bueno, ayer tocó reunión del grupo de investigación/Seminario de análisis discriminante. ¿No sabéis lo que es? No pasa nada, yo tampoco lo tenía claro, y como suele pasar en este tipo de encuentros, ahora tengo aun más dudas. Quiero aclarar que este sentimiento de estar perdido y de que cada vez sabes menos es constante durante todo el proceso, forma parte de la experiencia del doctorado. Sigo que si no me pierdo. El seminario cortito, unas dos horas, el catedrático supercontento porque cuando tengamos los análisis discriminantes ya llevaremos el 50% de la tesis y quiere que las tengamos medio terminadas en diciembre (cuando dijo esto me entró la risa nerviosa)¿En serio? ¿Diciembre? Ahhhhgggg socorro!! Uf uf uf inspira por la nariz, expira por la boca, a ver, otra vez, ok, ya mejor. Como ya habréis percibido vivo en un estado de ansiedad permanente y sentimiento de culpa cuando hago cualquier otra cosa que no sea estudiar. En fin, no quiero alargarme mucho más, que mañana tengo que seguir desechando variables porque he quedado en mandarle la matriz de correlaciones al director de tesis antes del domingo. Por suerte me dijo que me centrara en las variables individuales, así que ya sé cuales voy a desechar. A Por cierto, una nota aclaratoria, a veces hablo en plural porque en el grupo de investigación somos varias doctorandas y doctorandos.

domingo, 30 de mayo de 2010

MAPA SONORO DEL SER HUMANO


Hace unos días pedí a Antonio Montilla, periodista, amante de la música y de las nuevas tecnologías que escribiera unas palabras para compartir en este blog. Por suerte accedió y este es el resultado.


Es un axioma popularmente aceptado que la música es un “lenguaje universal”. Y, sin embargo, una reflexión pausada nos hará cuestionarnos esta supuesta verdad.

La pertinencia de la equiparación de música y lenguaje no plantea ningún problema: ambos tienen una evidente y amplia función comunicadora, y unos códigos específicos a través de los cuales, y sólo a través de ellos, pueden ser expresados e interpretados. Que estos códigos o sistemas de notación hayan cambiado a lo largo de la historia, desde los códices de canto gregoriano hasta el sistema de notación midi para música hecha con ordenadores, o que tengan particularidades regionales propias, no sólo no excluyen el carácter idiomático de la música, sino que incluso lo refuerzan.

Lo que sí ponen en cuestión las divergencias formales es la segunda parte del axioma: ¿la música es un lenguaje “universal”? Para Umberto Eco, entre otros, la respuesta es un rotundo no, puesto que la música carece de contenido semántico. Es decir: no existe un “significado” inherente a cada pieza musical, sino que esta parcela es rellenada por el receptor. Y, aunque receptores de similar bagaje cultural pueden aportar significaciones similares a una misma composición, ésta permanece abierta a dispares interpretaciones posibles.

Pero aquí aparece un nuevo elemento a tener en cuenta: si individuos diferentes, con una base cultural común, pueden dar significaciones comunes a la música, entonces es que ésta, aunque libre de significado, no está totalmente separada del tiempo y el espacio en el que se crea. Y es a partir de este principio desde el que se puede establecer una relación entre la música y la realidad histórica, social, económica y cultural que la rodea, proporcionándole un interesante valor educativo.


Puede resultar muy didáctico, y así lo han hecho ya algunos autores, como Alex Ross en su libro El ruido eterno (ROSS, Alex: The rest is noise, 2009), establecer paralelismos entre autores, géneros y obras musicales con períodos históricos o lugares geográficos que, de un modo u otro, determinaron o condicionaron su génesis. Así, es muy conocida la relación entre la producción épica de Richard Wagner y un reflejo del imperialismo germánico de mediados del siglo XIX (algunos autores incluso han querido extrapolarlo, equivocadamente, hasta el nacionalsocialismo hitleriano). Menos popular, pero más enraizada con el folclore nacional finlandés, está la obra de Jean Sibelius. Y la vida y producción de Shostakovich no se entiende sin conocer las vicisitudes del régimen stalinista en la Unión Soviética.

Pero no sólo el estudio de la mal llamada “música culta” es útil, aunque parece a veces que cuanto más próximo está el género al receptor más se diluye su valor didáctico. Porque, ¿se puede entender el jazz sin conocer su origen en las plantaciones de esclavos de Lousiana o las reivindicaciones raciales y los movimientos de liberación afroamericanos? ¿No es el rock and roll un “lenguaje” contestatario de los adolescentes estadounidenses en la encorsetada sociedad puritana de los años 50? Si la cultura individualista y los movimientos anarquistas británicos dieron génesis al punk en los años 60, la actual sociedad de consumo ha banalizado la producción musical al mismo tiempo que las nuevas tecnologías (con fenómenos como MySpace) la han democratizado.

Son sólo algunos ejemplos de cómo géneros y autores están empapados de realidad. El carácter “universal” de la música, su vocación de trascendencia emocional, por tanto, ha sido sustituido por su valor como “fenómeno cultural” definido, al igual que ocurre con otras disciplinas artísticas, en su génesis y desarrollo, por circunstancias histórico-sociales particulares. De este modo, con una buena guía, la música puede ser interpretada como un verdadero “mapa sonoro” que ayude a comprender el devenir del ser humano.

Antonio Montilla


miércoles, 26 de mayo de 2010

"ENTREVISTANDO A... kenedy"



Desde DaLaNota! tenemos el honor de presentaros la entrevista que nos concencieron los chicos de "kenedy", que nos dedicaron unos minutos tras su ensayo semanal del lunes para hablar sobre ciertos temas de interés y que giran en torno a la música.

"kenedy" surge a mediados de 2009 cuando Íñigo, pamplonica afincado en Sevilla y vocalista de la banda, decide grabar un EP con sus canciones que hasta ahora había tocado en versión acústica, en los estudios Tigrus de Gandía (Valencia). En búsqueda de músicos para poder interpretar esas canciones y poder crear nuevos temas, dio con Adrián a principios de 2010, bajista que hasta el momento no había encontrado su sitio en los grupos en los que había estado. El primer encuentro transcurrió tan bien, que Adrián le propuso a Íñigo quedar con dos amigos suyos, Antonio (baterista) y Migue (guitarrista) para el siguiente ensayo. Desde entonces la fórmula ha funcionado de tal manera que ahora cuentan con más de una hora de repertorio el cual han podido mostrar en festivales, salas de Sevilla o la FNAC de Marbella.

Desde aquí les deseamos mucha suerte en sus proyectos. ¡Nos vemos en los directos!

www.myspace.com/kenedytheband
www.youtube.com/kenedytheband